Centro Espírita Manuel y Divaldo
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El árbol de la vida sacude sus ramas para que el fruto que se pudrió caiga y dé paso a una nueva forma de vida cuando cae y se descompone. No obstante, el fruto ya listo está preparado para ser recogido y poder dar su sabor con sus olores característicos y así poder ser útil al momento de su verdadera madurez, pudiendo alimentar al mundo con su preciado fruto.
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